“La figura del mundo” de Juan Villoro es un libro que invita a reflexionar sobre las cosas que no se dicen pero marcan pauta en nuestra forma de ser: la influencia de un padre en sus hijos. Y no hablando desde un tema manipulador por supuesto, si no desde una perspectiva del moldeo de nuestra identidad.

Un homenaje y tributo de alto calibre para el pensador Luis Villoro Torranzo por parte de su hijo a través de las letras.

Este artículo no apunta a ser una reseña o resumen del libro. Sino a hacer una lectura entre líneas sobre el tema en cuestión. La relación entre un padre y un hijo puede ser complicada, sobre todo por la cultura actual en la que mostrar sentimientos como hombre no está tan ‘normalizado’. Al menos hablando de México.

Si bien es cierto, el libro habla específicamente de historias, recuerdos y contextos al rededor de la relación del autor y su padre. Sin embargo, no se necesita tener algún interés particular en los involucrados para disfrutar la lectura.

Personalmente, nunca había leído a Juan Villoro mas que en la preparatoria que me dejaron leer un libro de ensayos que no despertó el mínimo interés en mí. Nunca había escuchado de Luis Villoro. Pero fue el tema central el que me atrajo hacia esta lectura y terminó siendo una grata sorpresa.

Descifrando un lado invisible

No recuerdo y no anoté las palabras exactas con las que Juan menciona que cuando uno es pequeño, va creciendo sin mirar atrás, y cuando somos grandes no queremos crecer sin dejar de mirar atrás. No es una cita textual, pero es la idea.

En esencia, se puede entender que esta es el primer motivo por el cual el autor decide escribir este libro. No sólo como homenaje hacia su padre, sino como una forma de seguir creciendo al ser consciente del pasado.

No hablo por todos, pero me arriesgo a asegurar que para la mayoría de nosotros, la historia de nuestros padres antes de que naciéramos es mayormente desconocida. Claro que tenemos nociones y podremos conocer historias, pero no hay fuente absoluta con la que podamos conocerla por completo.

Y pareciera que no es importante, pero al final la influencia de un padre mientras crecemos es fundamental para nuestra identidad. Somos como somos por las personas que nos educaron, por las personas con las que crecimos. Uno como hijo difícilmente se cuestiona los ideales heredados. Desde el amor a un equipo de fútbol, hasta la ideología política que creemos correcta.

Llegamos a este mundo creyendo por defecto que nuestros padres siempre tienen la razón y que lo saben todo. Pero conforme vamos creciendo, nos damos cuenta de que no es así. Sin embargo, no nos molestamos en unir las piezas y contextos por los cuales nuestros padres son como son.

Armando el rompecabezas con historias y contextos

Juan Villoro logra construir el lado invisible de su padre de una forma increíble, con memorias aparentemente muy vívidas que tuvo con él, y con un análisis sesudo de las circunstancias del contexto histórico en el que se encontraban.

Contestar de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos son tres preguntas clave que hay que conocer para entender por qué hacemos lo que hacemos, y por qué creemos lo que creemos.

En el libro, cada capítulo se centra en un tema en específico; el fútbol, la política, la lucha social, la filosofía, entre otros. Y cada capítulo se nutre con historias o anécdotas relacionadas al tema principal, sumado con el contexto precedente y actual que posiblemente explican comportamientos e ideas de los involucrados.

Cuando no entendemos el comportamiento de alguien, muy probablemente es porque nos hace falta el contexto. Cada decisión, pensada o por impulso, es resultado de un ecosistema externo que siempre está ahí y que constantemente ignoramos. Este libro es eso, la búsqueda de comprensión sobre la forma de ser de una persona con base en el contexto y las diferentes variables del momento.


Esta es la lectura que me llevo de “La Figura del Mundo” de Juan Villoro. A pesar de no tener interés por la vida personal del autor, la lectura me cautivó porque me hacía sentir identificado constantemente.

Por supuesto, mi padre no es filósofo o luchador social rodeado de libros y autores como en el caso de Juan. Pero puedo entender que sus acciones e ideas, que de cierta forma han pasado a mí a lo largo del tiempo, tienen una explicación, un contexto.

Creo que es una lectura recomendable para cualquiera que busque reflexionar sobre la relación que tiene con su padre. O a alguien que le interese Juan Villoro.