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mayo 1, 2024Por Página11

Cuestionando el valor de la lectura rápida: velocidad vs. profundidad

A menudo, quienes somos voraces consumidores de libros nos enfrentamos a preguntas sobre las técnicas de lectura rápida. Mucha gente asume que si alguien lee numerosos libros al año, es debido a dos sencillas razones: no tienen ocupaciones que les roben su tiempo, o bien, recurren al uso de métodos de lectura rápida. 

Por ende, me he propuesto desentrañar en este artículo todo lo que se esconde tras la lectura rápida, explorando su potencial valor y si realmente aporta (o no) beneficios sustanciales a nuestras vidas.

¿Cuál es la nececidad de leer rápido?

En este blog nos dedicamos a fomentar la lectura, pero también promovemos la filosofía y la reflexión crítica. Por lo tanto, siempre nos planteamos cuestiones como “¿Por qué hacemos lo que hacemos?” 

En relación a esto, queremos indagar sobre la razón por la cual buscamos leer más rápido o cuál es el verdadero objetivo de desarrollar tal destreza. 

Es común asumir que la lectura es, por definición, un acto positivo. A menudo pensamos que cuantos más libros leamos, mejor; cuantos más títulos tachamos de nuestra lista, mejor; y que cuantos más volúmenes añadimos a nuestra estantería (ya sea física o digital), mejor. Pero, más allá de esta vorágine de títulos, ¿qué es realmente lo que percibimos y asimilamos? 

No importa si lo que prefieres leer son libros de ficción o no ficción, la lectura rápida difícilmente generará un cambio positivo en tu vida. Más bien, podría resultar contraproducente al minimizar el valioso tiempo dedicado a entender realmente lo que estás leyendo. 

Podrías leer 50 libros de negocios en 2 años, pero eso no te transformará automáticamente en un experto o gurú del ámbito empresarial. De hecho, sólo podrías terminar pareciendo un charlatán sin real conocimiento práctico. 

Puedes leer 50 novelas en 1 año, pero eso no garantiza que te convertirás en una persona más culta. La rapidez en la lectura puede impedirte profundizar en los textos y obtener reflexiones significativas, ya que estarías más centrado en pasar al siguiente libro y tacharlo de tu lista que en disfrutar la novela. Para pensarse.

Si tus idea de leer rápido es para ser pretencioso, puedes dejar de leer en este punto. Si tienes otros motivos para desarrollar la habilidad de lectura rápida continua. 

Te podría interesar este artículo que habla sobre la 'necesidad' de siempre ser productivos, autoxplotarnos en una sociedad de rendimiento y sentirnos culpables cuando no somos 'productivos' (como leer libros de ficción).

Lectura rápida y lectura profunda

Indudablemente, la lectura rápida presenta ciertas ventajas. Nos permite consumir grandes cantidades de información en cortos periodos de tiempo. Sin embargo, es igualmente importante plantearse: ¿Estamos sacrificando la comprensión y la reflexión por la velocidad? 

La respuesta no es sencilla. Por un lado, la lectura rápida tiene su lugar, como cuando necesitamos ojear un informe para obtener detalles específicos. Pero si nuestro objetivo es entender completamente un texto o disfrutar de una novela, la lectura rápida no es la herramienta más adecuada 

Por otro lado, está la lectura profunda, también conocida como lectura crítica. Esta va más allá de la simple decodificación de palabras en un texto. En lugar de acelerar por las páginas, te reta a desacelerar, a reflexionar sobre lo que estás leyendo, a cuestionarte sobre el significado de las palabras, las ideas expresadas, los argumentos propuestos. 

Algunos podrían argumentar que la lectura crítica consume demasiado tiempo, que no es práctica en una sociedad cuya cultura exige rápidas respuestas y soluciones ágiles. No obstante, hay varios aspectos a considerar más allá de la velocidad. Profundizar en un texto puede enriquecer nuestra capacidad para resolver problemas y mejorar nuestras habilidades lógicas

Además, la lectura profunda o crítica permite acceder a las ideas subyacentes en un texto, desvelando nuevos niveles de interpretación y comprensión que la lectura rápida puede pasar por alto. En otras palabras, nos permite conectar personalmente con el texto. 

Si bien la lectura rápida es una herramienta valiosa en situaciones específicas, al cuestionarnos su valor real, debemos tener en cuenta que la lectura profunda ofrece una conectividad y entendimiento incomparable. Así que, antes de sumergirte en ese próximo libro o informe, pregúntate: ¿Estoy buscando una lectura veloz, o una experiencia de lectura más enriquecedora?

¿Cuándo es mejor una lectura rápida?

La lectura rápida se presenta como una herramienta estratégica en aquellas situaciones en las que la información debe ser digerida en un corto período de tiempo.

Imagina que tienes un informe de trabajo que debes entregar al final del día, o una prueba de lectura que ágilmente debes completar. Una mirada rápida a través del texto puede ser todo lo que necesitas para ubircarte, identificar conceptos clave y consolidar una respuesta adecuada.

Se trata, sencillamente, de escanear el texto, encontrar las palabras y frases clave que responden a tu interés momentáneao, para así proceder a elaborar una respuesta que resulte en conlusiónes eficientes y acciones oportunas. 

Este tipo de lectura, pese a ser rápido, no es superficial ni insignificante. Requiere una cierta habilidad para decodificar texto de forma efectiva, un sentido agudo para identificar información relevante y una capacidad de concentración y enfoque que no se encuentra en todos los lectores.

La lectura rápida es, por lo tanto, tanto un arte como una disciplina, y puede ser cultivada y perfeccionada con tiempo y práctica. 

Pero no hay que olvidarse del hecho de que la lectura rápida tiene un lugar, un propósito. No está diseñada para recreación, o para textos que requieren un análisis profundo y detallado. Para aquellos textos que requieren reflexión y análisis, la lectura profunda se convierte en una habilidad esencial y valiosa. Así, debemos reconocer que existen diferentes métodos de lectura, cada uno con sus propios méritos y aplicaciones, y elige el enfoque más adecuado dependiendo de las circunstancias y necesidades individuales.

¿Cuándo es mejor una lectura profunda?

Una lectura profunda es esencial cuando te enfrentas a textos complejos, ricos en detalles y con información nueva para ti. Este tipo de lectura permite una absorción y comprensión más completas de la información, y tiende a ser más lenta ya que requiere de concentración y análisis detallado del contenido. Asimismo, en momentos en los que se requiere retener gran cantidad de información para un examen o una investigación, es donde la lectura profunda se convierte en tu mejor aliada. 

Además, la lectura profunda no es solo para el entorno académico o profesional. Uso diario de esta técnica puede beneficiarte cuando lees una novela o un poema, una columna de opinión o un artículo periodístico. Estos géneros suelen estar llenos de matices y pensamientos implícitos, y a menudo, necesitarás leer entre líneas para entender la verdadera intención del autor. En este caso, una lectura rápida simplemente no brinda la profundidad necesaria para apreciar estas obras al máximo. 

Más allá de la comprensión del texto, la lectura profunda también te ayudará a desarrollar habilidades críticas y analíticas. En lugar de simplemente absorber información, estarás activamente involucrado en el trabajo de descomponer y cuestionar lo que estás leyendo, identificar la lógica (o falta de ella), y cultivar la capacidad de resolver problemas por ti mismo. Este geénero de lectura es una poderosa herramienta para estimular el pensamiento crítico y tu crecimiento tanto personal como profesional. 

Para llevar a cabo una lectura profunda, existen estrategias que puedes adoptar. Estas herramientas van desde hacer una pausa tras cada párrafo para resumir la idea principal, hasta anotar los puntos clave o hacer un mapa mental del contenido. 

La lectura profunda no se trata de cuánto lees, sino de cómo lees.

Una reflexión final

Tal como hemos discutido, el tipo de lectura que elijas, rápida o profunda, depende esencialmente de tu objetivo al leer. En esencia, si necesitas información puntual en poco tiempo, opta por la lectura rápida; pero, si tu meta es comprender, reflexionar y recordar lo que lees, mejor apuesta por la lectura profunda.  

Cada quién lee a su propio ritmo, y no debes presionarte porque otras personas lean más que tú. Probablemente tienen otro enfoque o simplemente no entienden de lo que hablamos en este post y sólo buscan tachar libros de su lista de libros por leer.

La lectura debe ser un hábito de goce, hazlo a tu ritmo, que lo disfrutes y no aceleres procesos que se van a dar con el tiempo. Porque sí, la lectura rápida y mayor retención no se desarrollan con técnicas ni cursitos fantoches de lectura rápida. La lectura rápida y buena retención se logra a través de la párctica.

Ya lo hablamos en este artículo: Cómo leer más rápido y entender mejor.

Leer es como correr. No te vas a convertir en Usain Bolt por conocer técnicas de “correr rápido”. Tienes que practicarlo, leer diario, y poco a poco la velocidad y la retención llegan por sí solas. No hay resultados de la noche a la mañana.

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